Boaventura de Sousa Santos*
Las acusaciones de acoso sexual en contra de Boaventura de Sousa Santos, vuelven a abrir un tema complejo. Es obvio y evidente que hay que estigmatizar y condenar todo abuso de poder en el mundo académico, y su derivación en el campo del acoso sexual. Sobre esto, Othernews ha siempre inducido una campana continua, dando eco a Mee Too y toda expresión de defensa de la dignidad de la mujer.
Por otro lado, es posible crear situaciones donde acusaciones lleven a destruir la imagen profesional y humana del supuesto agresor. Es una situación compleja, ya que se trata de episodios que nunca tienen testigos.
Othernews quiere abrir su espacio a sus lectores dando la palabra a los que quieran intervenir, para que sea el lector que decida su posición en esta materia , que se abre tras décadas de silencio.
Empezamos para dar la palabra al Prof. Boaventura de Sousa Santos, acusado de abuso de poder y acoso sexual.
Estimados/as colegas y estudiantes (antiguos/as y actuales),
Les escribo desde Santiago de Chile donde voy a participar en la feria del libro.
El Centro de Estudios Sociales (CES), algunos de nuestros investigadores y yo,
acabamos de ser víctimas de una difamación anónima, vergonzosa y vil por parte de
tres autoras. Una de ellas era becaria Marie Curie en el CES (Lieselotte Viaene), las
otras dos eran estudiantes de doctorado (Miye Tom y Catarina Laranjeiro). En primer
lugar, me gustaría decir que todos los casos de mala conducta mencionados en el texto
por cualquier persona, si se confirman, deben ser juzgados rápidamente tanto en el CES
como en los órganos judiciales y, como en el momento era director del CES, asumo la
responsabilidad institucional por cualquier negligencia que pueda haber ocurrido.
Aunque el artículo está centrado en mí, nunca he tenido reuniones con dos de las
autoras (Miye Tom y Catarina Laranjeiro) y con la tercera, la autora principal
(Lieselotte Viaene), tuve dos reuniones, una como su supervisor dentro de la beca Marie
Curie cuando llegó al CES y otra como director estratégico del CES, a petición del
director ejecutivo, para intentar resolver los problemas de comportamiento incorrecto e
indisciplinado desde el punto de vista institucional de esta investigadora. Su
comportamiento fue tan insolente e incorrecto que el CES finalmente abrió un
procedimiento disciplinario contra ella y no aceptó que designara al CES como
institución anfitriona en un proyecto del Consejo Europeo de Investigación (ERC). Esta
negativa se basó en su conducta anterior en el CES. En resumen, esta investigadora fue
expulsado del CES. Aquí está la declaración de culpabilidad con fecha del 6 de junio
de 2018: «Asunto: Proceso disciplinario – Despido. Lieselotte Viaene: Tras haber sido
objeto de un procedimiento disciplinario por parte del Centro de Estudios Sociales
(CES), se le notifica el procedimiento de despido que se le ha levantado (anexo). Una
vez establecidos los hechos indicados en la nota de acusación, el CES tiene la intención
de despedirla con justa causa. De conformidad con el artículo 335 del Código de
Trabajo, puede rechazar el acta escrita de la acusación, indicando los elementos que
considere pertinentes para el esclarecimiento de los hechos y su conducta. Puede
adjuntar documentos de respaldo que considere pertinentes para el esclarecimiento de
la verdad. Los documentos que se relacionan con este caso están en la Secretaría del
CES con Célia Viseu»
En mi opinión, que obviamente no compromete a la Dirección del CES, del que
ahora solo soy Director Emérito, este artículo, en lo que respecta a su autora principal,
Lieselotte Viaene, es un miserable acto de venganza institucional y personal. Como
pueden leer en el texto publicado, toda la información difamatoria que se refiere a mi
es anónima y se basa en rumores, es decir, en «hechos» para los que no se ofrece ninguna
prueba o forma de llegar a ella.
Ante esto, la primera cuestión que me surge es la perplejidad de cómo una
editorial respetable (que ha publicado algunos de mis libros) puede publicar un texto
tan engañoso, tan poco veraz en lo que directamente me concierne y tan desconcertante,
como el que estoy comentando. Es un texto que tiene una mezcla entre un sólido marco
teórico, tomado de la literatura que se ha producido a raíz del movimiento Me Too, al
que se superpone una información empírica basada en referencias anónimas, rumores e
incidentes no identificados ni probados de forma que puedan ser rebatidos. Me
pregunto, ¿Quiénes fueron los revisores inter pares (peer reviewers) que analizaron este
texto? ¿Qué clase de ciencia es ésa que permite que se mancille y enturbie una
institución de prestigio y, en concreto, al investigador que fue su director durante tantos
años? En el texto se hace referencia a mí como «profesor estrella» (Star professor), una
denominación acuñada en Estados Unidos para caracterizar a los profesores que, por su
trabajo o su fama, percibían salarios inmensamente superiores a los de sus colegas. Ese
nunca fue mi caso. Lo que fui y con gran placer digo es un caput scholae, un director
de escuela que fundó hace cuarenta y cuatro años una institución con la colaboración
de un pequeño grupo dedicado y entusiasta de jóvenes investigadores orientados a
producir conocimiento crítico, libre, plural e independiente sobre la sociedad
portuguesa, sobre Europa y sus relaciones con el mundo, especialmente lo relacionado
al colonialismo portugués. Fue esta institución la que creció y floreció durante décadas
y lo que motivó a las autoras a elegirla como institución para continuar sus estudios. De
hecho, las dos autoras en su momento estudiantes de doctorado concluyeron sus
doctorados con la máxima calificación. También lo hizo la autora principal.
Reconozco que debido al hecho de compartir mi tiempo entre Portugal y los
Estados Unidos habré decepcionado a la autora principal en cuanto a la orientación de
su beca. Pero también es cierto que los becarios Marie Curie son generalmente muy
autónomos y no requieren una supervisión estricta. Sea lo que sea, nada de lo dicho
justifica esta diatriba contra una institución y, además, tan personalizada, contra alguien
que a lo sumo estuvo ausente en su orientación. ¿Cómo se justifica arrastrar al barro a
toda una institución que en el momento en que las autoras asistieron a ella ya tenía más
de un centenar de investigadores e investigadores, con perspectivas e intereses que nada
tenían que ver con el «profesor estrella»?
He podido comprobar que se trataba de una forma habitual de comportamiento.
Entre septiembre del año pasado y este mes de abril, recibí peticiones de ayuda de
estudiantes indígenas de doctorado de la Universidad española en la que ahora se ubica
el proyecto que el CES había decidido no acoger. Conocedores de los problemas que la
autora principal había causado en el CES, se comunicarán conmigo. He aquí el
contenido algunos de los correos electrónicos que recibí eliminando detalles que
pudieran violar el anonimato: “Hemos conversado con los compañeros de otros países
y la mayoría de nosotros hemos sido víctimas de la misma persona. Es una larga y triste
historia este Proyecto en mi vida y la de los compañeros, por eso nos gustaría conversar
con usted. Le escribo hoy, justo porque mi indignación a su histeria envidiosa me
conmueve…. Es por demás mi indignación. Hemos vivido muchas situaciones de
violencia. Nadie de los compañeros llevó a cabo ninguna situación judicial porque no
tenían los recursos económicos y los costes emocionales que requería un proceso
judicial. Principalmente porque todos los afectados somos de otros países… Estamos
viendo acciones para denunciar el extractivismo epistémico que Lieselotte a través del
proyecto RIVERS comete contra los pueblos indigenas. Pero parece que ella es solo
impune, esto es frustrante, al mismo tiempo que buscamos caminitos de esperanza para
lograr justicia.” (Mantengo el anonimato de la autora del correo electrónico, pero su
nombre está depositado en la dirección del CES y puede ser revelado si mi corresponsal
lo autoriza).
Tengo claro que el texto difamatorio al cual me he referido aquí configura una
intención de difamación que responde a un patrón de conducta bien documentado en la
literatura y que en este caso se centró en mi para proceder a una venganza institucional.
Respecto a las insinuaciones vertidas contra mí, quiero manifestar que
responderé a cualquier presunta víctima con serenidad y sentido de la responsabilidad.
Tengo la conciencia tranquila. Me repugnan especialmente dos aspectos de este indigno
texto.
El primero es la indigna forma de referirse a mis asistentes de investigación que,
según la autora principal, habría explotado o abusado de ellos/as. Obviamente me
apoyaron en la investigación porque para eso fueron contratados. Pero mis libros los he
escrito yo. Facilito al CES los nombres de todos mis asistentes de investigación,
portugueses, norteamericanos, brasileños, mozambiqueños, angoleños y colombianos
que han trabajado conmigo en los últimos cincuenta años, por si alguien desea
preguntarles. Estoy muy orgulloso de haber trabajado con todos ellos. He escrito
muchos libros porque trabajo incesantemente y nunca he tenido vacaciones, porque amo
mi trabajo y porque tengo una secretaria y una ayudante de corrección, dos personas
maravillosas y excelentes profesionales que me acompañan desde hace varias décadas.
El segundo aspecto que me ofende y me disgusta particularmente se refiere a las
tertulias que durante muchos años tuvieron lugar después de mis clases en el restaurante
Casarão. Cito: «En esta institución, este tipo de relaciones de poder desequilibradas a
menudo ocurrieron en forma de eventos sociales como parte de la cultura institucional,
como cenas en restaurantes y casas privadas, donde se fomentaron relaciones personales
más íntimas entre investigadores de diferentes posiciones jerárquicas. La regla no
escrita es que después de las Clases Magistrales del Profesor Estrella todos los
investigadores se reúnen en cierto restaurante. De hecho, en una reunión con la
exestudiante postdoctoral, el Profesor Estrella le aconsejó ir a estas cenas para integrarse
mejor en la institución. A la ex Doctoranda Nacional lo mismo le aconsejaron ambos
coordinadores del programa de doctorado». Como nunca he promovido fiestas en mi
casa, solo puedo referirme a las reuniones en el restaurante Casarão. Sólo mentes
perversas pueden transformar la más sana convivencia entre alumnos y profesores en
maquinaciones maquiavélicas de pastores de pobres rebaños de estudiantes. Invito a
todos a ir al restaurante para ver los marcos de azulejos con los nombres de los
estudiantes de doctorado que a lo largo de los años han compartido buenos momentos
de conversación, leyendo poesía y música allí. El dueño del restaurante me dice que
incluso hoy los estudiantes de Brasil muestran a sus hijos las fotos donde están sus
nombres cuando eran estudiantes. ¡Qué perversidad puede transformar una convivencia
en el más puro espíritu académico en manipulaciones de conciencia y rituales de lealtad!
Se mencionan otros casos de mala conducta relacionados con otros
investigadores. En relación con ellos, estoy seguro de que los investigadores
involucrados y las víctimas/supervivientes, si las hay, encontrarán en el CES y en las
instituciones judiciales diversos foros para discutir juzgar y determinar sus
consecuencias. A todos se les debe dar espacio para explicarse. El CES tiene una
estructura de gobernanza muy descentralizada, distribuida entre varios de sus órganos.
Si hubiera omisiones de los titulares de estos órganos, deben ser analizadas, evaluadas
y corregidas.
Independientemente de los procedimientos internos y judiciales que adopte el
CES, quiero informarles que voy a presentar una denuncia penal por difamación contra
las autoras. Me declaro disponible para dar toda la información y proporcionar todas las
aclaraciones que se me soliciten, tanto en el contexto del proceso judicial como en el
contexto de los procedimientos internos, que el CES sin duda pondrá en marcha.
Un abrazo solidario con todos, un abrazo indignado, pero un abrazo, un largo
abrazo, de creer en la lucha por la verdad y la justicia. El CES es una gran institución,
se ha ganado merecidamente prestigio tanto a nivel nacional como internacional. Sus
investigadores seguirán luchando por merecer este prestigio, corrigiendo errores, siendo
rigurosos y transparentes ante todos los actos de violación de la ética profesional y
denunciando a quienes, yendo más allá de los límites de la verdad y la justa denuncia,
pretenden distraernos de nuestra mayor misión, la de contribuir a la ciencia ciudadana
que es una marca de nuestra presencia en el ámbito académico nacional e internacional.
Esta es mi primera información con respecto a este procedimiento de difamación
y ciertamente daré otras informaciones según corresponda. Este texto corresponde a la
versión en español del original publicado en portugués y del cual también saldrá una
versión en inglés.
Boaventura de Sousa Santos
Santiago de Chile, 11 de Abril de 2023
*Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial