Europa no puede seguir de espectador ensimismado

Por Federico Mayor Zaragoza* 

                     “Nosotros, los pueblos” ya podemos. Ya  debemos.

Ahora, cuando, por fin, todos nos reconocemos igual dignidad, pilar fundamental de los derechos humanos, y podemos expresarnos libremente gracias a la tecnología digital podemos, por fin,  participar activamente en favor del multilateralismo democrático;

ahora, por fin, somos conscientes de las amenazas globales a escala mundial, algunas potencialmente irreversibles, que exigen una reconducción apremiante de las tendencias actuales;

ahora, por fin, podríamos implicarnos en la gobernanza global para cambiar, como decía el profesor José Luis Sampedro, “de rumbo y nave”;

ahora, por fin, la conciencia del talento humano y de su capacidad para inventar el futuro nos permite reaccionar con esperanza para esclarecer horizontes hoy tan sombríos… 

Ahora también, como se hizo en 1945 con las Naciones Unidas mediante el veto de los cinco países vencedores de la II guerra mundial… es la Unión Europea, la entidad de mayor calado a escala mundial, la que ha sido inhabilitada para la toma de decisiones por el requisito de unanimidad, que equivale ¡al veto de todos los Estados que la componen! 

¡Qué disparate! La Organización sin duda más relevante cualitativamente de la Tierra apartada hábilmente de la gobernanza global…

cuando la fusión nuclear aparece en el horizonte científico como la gran solución para la ilimitada obtención de energía sin contaminantes…

cuando aparece con especial contundencia la insensata posesión de ojivas nucleares que podrían terminar con el sublime misterio de la vida…

cuando la habitabilidad de la Tierra se deteriora por el cambio climático, habiendo desoído la gobernanza plutocrática todas las propuestas que se han hecho, algunas tan importantes como las de las “Cumbres de la Tierra” (Río de Janeiro 1992 y Johannesburgo 2002), y la Resolución “para transformar el mundo” Naciones Unidas, 2015) sobre la Agenda 2030…

cuando 8.000 millones de seres humanos – cada ser humano único, capaz de crear, nuestra esperanza- deberían ser el único punto de referencia socioeconómico… 

Debemos movilizarnos, conscientes de nuestra responsabilidad colectiva, y promover el relevo de los G7, G8… y la inmediata adopción de una Declaración Universal de Democracia… al tiempo que se eliminan sin contemplaciones los “paraísos fiscales “ y se regula el consumo y tráfico de drogas ilegales… 

Por primera vez en la historia estamos en condiciones de inventar el futuro del prodigio de la humanidad,  con la colaboración de la experiencia de los mayores y el brío de los más jóvenes, para iluminar con especial cuidado los caminos del mañana.  

Con esta gran movilización en favor de una cultura de paz podrían evitarse a las “generaciones venideras” -en palabras de la Carta de las Naciones Unidas- muchos errores, muchos horrores…

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*FedericoMayor Zaragoza (Barcelona, 1934) Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (1958), ha sido catedrático en diferentes universidades españolas y ha desempeñado numerosos cargos políticos, entre otros el de ministro de Educación y Ciencia (1981-82). Entre 1987 y 1999 fue director general de la Unesco. Actualmente preside la Fundación para una Cultura de Paz. Texto enviado a Other News por la oficina del autor el 6.03-23