Guerra comercial China-EE.UU : ¿Y Europa?

Editorial – El País

Bruselas necesita una estrategia común frente a la guerra económica global

La decisión del Banco Popular de China de no intervenir en los cambios para frenar la caída del yuan supuso el lunes un nuevo paso en la escalada de hostilidades económicas entre Estados Unidos y China. Los mercados bursátiles reaccionaron con las caídas más graves del año y la Administración de Trump acusó al Gobierno de Pekín de “manipulador de divisas”, imputación que obliga al Fondo Monetario Internacional a prestar atención preferente a los cambios de la divisa china. Pekín anunció la suspensión de las compras de productos agrarios estadounidenses. Por fin, las autoridades monetarias chinas han vuelto a intervenir para frenar la caída de la moneda, y después de los llamamientos mutuos a una solución negociada los contendientes han vuelto a un estado de calma tensa que, no obstante, no augura nada bueno.

El episodio del lunes demuestra que la negociación entre Pekín y Washington no solo está estancada, como bien pudo comprobarse por la falta de acuerdo en la última reunión de Shanghái, sino que tiene pocas posibilidades de encontrar nuevos cauces a corto plazo; revela que una guerra comercial puede convertirse fácilmente en una guerra de divisas o de deuda, y también que China tiene más capacidad de represalias que la que le suponía la Administración de Trump. Pekín y Washington están dispuestos a amenazar con el uso de todas las armas económicas disponibles, porque este es un conflicto de fondo por la hegemonía económica, con el dominio de los mercados tecnológicos como objetivo principal.

Ahora bien, los efectos de esta guerra fría económica dañan tanto o más a terceros que a los propios contendientes. Algunos análisis señalan con acierto que Trump no puede pasar de los amagos, puesto que una convulsión grave y sostenida en Wall Street o un descenso brusco de los ingresos en el sector agrícola perjudicaría sus intereses electorales. O que China debe modular sus respuestas, porque una depreciación del yuan favorece las exportaciones, pero aumenta el riesgo de inflación, encarece las importaciones y provoca salidas de capitales. Así que, a medida que se aproximen las elecciones, Trump puede inclinarse poco a poco hacia una negociación bien intencionada, que es, por cierto, la única salida a este callejón estrecho de amenazas al equilibrio mundial.

Pero mientras esto sucede, Europa está atrapada en un cruce de hostilidades cuyas consecuencias complican su delicada situación económica actual. La economía europea ha entrado en una fase de desaceleración, la deuda retribuye en algunos casos con intereses negativos y el euro puede entrar en depreciaciones más allá de lo conveniente. El BCE aprobará nuevas medidas de flexibilidad monetaria debido a los caóticos efectos de las hostilidades entre China y EEUU o al jeroglífico del Brexit, también incentivado por Trump, y cuando eso suceda es probable que el presidente norteamericano retome la cantinela de que Europa “manipula las divisas”.

La cuestión es si la UE tiene una estrategia organizada para hacer frente a un conflicto que va para largo y que puede resultar devastador para la economía del euro. Es de temer que la respuesta sea negativa. Si no construye pronto esa respuesta común, si no se toman las medidas para incentivar la economía y mantener los equilibrios cambiarios y monetarios, las economías europeas serán las principales damnificadas del desorden global.

————-

Relacionado:

El golpe chino a la economía de EEUU: la soja, los lácteos y el cerdo, las principales víctimas

Es un golpe a los agricultores estadounidenses. China ha anunciado la suspensión de la compra de productos agrícolas de Estados Unidos, como respuesta al reciente anuncio de Washington de que incrementará en un 10% los aranceles sobre exportaciones chinas valoradas en 300.000 millones de dólares. La decisión supone otro golpe a la agricultura estadounidense que ya ha visto sus exportaciones reducidas por la guerra comercial que dura hace más de un año.

Según el Ministerio de Comercio chino, el país podría imponer aranceles adicionales a los productos agrícolas estadounidenses, elevando incluso más las cifras para el comercio con los estados rurales que apoyaron a Donald Trump en las elecciones de 2016.

Tras muchos meses de tensión, la guerra entre los dos países se agudizó la semana pasada. El pasado jueves, Trump dijo que Pekín no había cumplido la promesa de comprar grandes cantidades de productos agrícolas estadounidenses y amenazó con imponer nuevos aranceles a productos chinos, atenuando abruptamente las perspectivas de un acuerdo comercial. El lunes, China contraatacó y permitió que el yuan se debilitara más allá del nivel clave de 7 por dólar por primera vez en más de una década. Estados Unidos respondió acusando a China de manipular las divisas.

El presidente de la Federación Estadounidense de la Oficina Agrícola, Zippy Duvall, calificó el anuncio de China de «un duro golpe para miles de agricultores y ganaderos que ya están luchando por sobrevivir».

Los aranceles impuestos por China a la soja estadounidense han reducido las exportaciones de la cosecha estadounidense más valiosa y han obligado a la administración de Trump a compensar a los agricultores durante dos años con un gasto de hasta 28.000 millones de dólares.

En 2018, China importó más de 9 mil millones de productos agrícolas de EEUU, principalmente soja, lácteos, y cerdo. Una cantidad que queda muy por debajo de los 19,5 mil millones de dólares gastados en 2017, según el American Farm Bureau.

El Consejo Nacional de Productores de Carne de Cerdo dijo en un comunicado que era importante poner fin a la guerra comercial para que los productores de carne de cerdo pudieran «participar en una oportunidad de venta histórica». Un brote de peste porcina africana ha matado a millones de cerdos en China. Los exportadores de carne de EEUU esperaban aprovechar la enfermedad para exportar más carne de cerdo a China, pero los aranceles del 62% han limitado las ventas.

Pese a los temores a las consecuencias globales en Europa, la guerra comercial podría beneficiar a España, principalmente al negocio del cerdo. España es el segundo proveedor de carne de cerdo de China (exportaciones de 522 millones de euros), solo superado por Alemania (exportaciones por valor de 545 millones de euros). Antes de la guerra comercial, EEUU era su primer proveedor, pero ahora ha caído a la tercera posición.

Del mismo modo, la carne de cerdo es el tercer producto que más exporta España a China, y entre las principales compañías que lo venden (carne fresca, congelada, jamón y productos no destinados a consumo humano) se encuentran El Pozo o Campofrío. Los analistas coinciden en que las oportunidades de crecimiento son importantes si siguen aumentando los aranceles y, en este caso, continúa cayendo la exportación de cerdo desde Estados Unidos hacia China.

Cooperación bilateral

El Ministerio de Comercio de China dijo en un comunicado que esperaba que Estados Unidos cumpliera sus promesas y creara las «condiciones necesarias» para la cooperación bilateral.

Anteriormente, la emisora estatal de televisión CCTV de China informó de que un funcionario de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China (NDRC) había señalado que las acusaciones de Trump de que China no había comprado las cantidades prometidas de productos agrícolas estadounidenses eran «infundadas».

China ha comprado alrededor de 14,3 millones de toneladas de la cosecha de soja de la temporada pasada, la menor en 11 años, y todavía se deben enviar alrededor de 3,7 millones de toneladas, según datos de EE.UU. Antes de la guerra comercial, China compró 32,9 millones de toneladas de soja estadounidense en 2017.

China aplicó un arancel del 25% a la soja en julio del año pasado en respuesta a los aranceles estadounidenses a los productos chinos.

Según el secretario general de la NDRC de China, Cong Liang, el país está honrando los acuerdos firmados anteriormente para importar soja estadounidense, pero los datos aportados no cuadran con los presentados por estados Unidos que dan cuenta de una bajada en las exportaciones de EEUU.

Los precios de referencia de la soja en Chicago cayeron la semana pasada más del 3% a medida que la guerra comercial se intensificó, y el lunes tocó su precio más bajo desde el 12 de junio. Los agricultores pueden comenzar a solicitar la próxima ronda de ayuda comercial este mes, pero la incertidumbre comercial dificulta la planificación a largo plazo.

«Estamos agradecidos por los pagos. Han ayudado, pero preferimos tener mercados abiertos porque crea estabilidad en nuestros sectores financieros «, dijo Derek Sawyer, de 39 años, una granja de maíz, soja, trigo y ganado de McPherson, Kansas.

«Hay tanta volatilidad en este momento porque nadie conoce las reglas del juego y nadie sabe cómo mirar las cosas en el futuro». (El Español)