Jesús Rey Rocha (*)
Seguiré luchando contra los que quieren matar la paz (Yitzhak Rabin, primer ministro Israelí (1974-1977 y 1992-1995) Carta personal a Federico Mayor Zaragoza, director general de la Unesco. 29 de agosto de 1995, tres meses después de dar por concluido el proceso de paz entre los pueblos israelí y palestino y dos meses antes de morir asesinado).
Como muchos otros textos antes, éste nace de la necesidad y de un cierto sentido de obligación. Y es fruto de la indignación, moderada por la lectura, la reflexión y el diálogo. Se ha fraguado a hombros de gigantes, cimentado en la lectura de quienes nos precedieron en la defensa de la paz, y en la reflexión y el diálogo compartidos con mis colegas del grupo de investigación Ciencia, Vida y Sociedad (Emilio Muñoz, Adrián Rama y Pablo Verde) y del Instituto de Filosofía del CSIC.
No quiero reconocer en mi persona el delito de silencio.[i] Por eso siento la necesidad y la obligación de escribir y expresar mi repulsa de la violencia, de la guerra; del genocidio (¡el crimen de los crímenes!), el exterminio, el holocausto, la masacre; y del silencio ante ellos.
Me compadezco de los pueblos que son invadidos, masacrados, explotados o esclavizados, expulsados de sus hogares. Me compadezco de los pueblos sufren el pavor de la guerra, que son sometidos a cualquier tipo de violencia, como me compadezco de aquellos en cuyo nombre y sin cuya autorización se ejerce. Intento empatizar con ellos. Por eso no escribo en negro sobre blanco; lo hago en colores: rojo, negro, blanco y verde; blanquiazul; en el azul del cielo y el amarillo de los trigales; en múltiples combinaciones de blancos, azules y rojos; en los distintos tintes de los multicolores continentes africano, asiático y sudamericano. En contraste, qué triste y negra realidad, qué gris experiencia repasar el amplio número de sangrientos conflictos armados actualmente vigentes en el mundo.
El rechazo de la violencia no admite distingos. Y puede y debe expresarse desde distintos lugares, desde ámbitos diversos, desde diferentes ideologías y culturas. Y por ello, utilizando el método de la ciencia, como hacemos quienes nos dedicamos a ella escribo este texto “encaramado a hombros de gigantes”, apoyándome en quienes a lo largo de la historia de la humanidad han defendido la paz y condenado la guerra. Sirviéndome de sus palabras para ayudarme en este cometido de no caer en el delito de silencio, que también se evita recordando la voz de quienes nos precedieron.
“No quiero ojos para ver lo que han de ver, no quiero tierras que con sangre he de manchar, no quiero manos que a un hermano habrán de herir”, cantaban los componentes del grupo musical Lone Star. Qué ejercicio de inconformismo y rebeldía frente a la injusticia y la violencia en aquella España de 1969. “No quiero mente que del mal se ha de servir. Sólo el amor me hará vivir”. Y qué decir de la famosa novena sinfonía de Beethoven ─inspirada en la menos reconocida Oda a la alegría de Schiller─ todo un símbolo político del que la historia relata que el autor concibió como un himno a la fraternidad y la paz (frieden) en la convulsa Europa de la década de 1820, camuflado en el envoltorio de un Himno a la alegría (freude) aprovechando la semejanza fonética de las dos palabras en alemán.
Desde la filosofía, Inmanuel Kant discute las bases para el anhelado fin de una paz perpetua entre los estados.[ii] Una paz que considera como deber estricto impuesto por la razón, que se pronuncia contra la guerra en modo absoluto. Una “inteligencia de paz” a la que conducen “el aumento de la cultura y la paulatina aproximación de los hombres, unidos por principios comunes”, frente a “las diferencias [que] encierran siempre en su seno un germen de odio y un pretexto de guerras. Adela Cortina califica como “buen gobierno” aquel que “conduce a la paz, y no es sólo una forma de régimen político, sino una forma de vida”[iii]
Desde la política, y desde Estados Unidos (¡ay!), John F. Kennedy eligió como tema central de su discurso de graduación en la Universidad Americana[iv] “el tema más importante de la Tierra: la paz mundial”. Paz “como la finalidad racional necesaria del ser humano racional”. Una paz no “impuesta al mundo por el armamento de guerra estadounidense” ni por “la seguridad del esclavo”, sino fruto de la convivencia en tolerancia mutua. Una paz por contraposición a una guerra que “no tiene por qué ser inevitable”.
Desde la cultura y el pensamiento, y a través de la palabra, Stefan Zweig y sus coetáneos se enfrentaron a las dos guerras mundiales que les tocó presenciar y sufrir. Un Zweig que se manifestaba “obligado a ser testigo indefenso e impotente de la inconcebible caída de la humanidad en una barbarie como no se había visto en tiempos”.[v] La cultura y el pensamiento sirven también para animarnos a indignarnos, como hacen Stephan Hessel en su alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica, y el prologuista de su edición en español, Javier Sampedro. ¡Indignaos![vi]
La palabra también sirve para impulsarnos a reaccionar. Federico Mayor Zaragoza nos conmina a ponernos «en pie de paz«, a «tener la valentía de no mirar hacia otro lado» y a “pasar a la acción” a través de la palabra. Y a través de la poesía, ejemplo de la fuerza y la virtud de la palabra que tan abundantemente ha cantado a la paz, nos llama a tomar la palabra y el grito. [vii] “Pido la paz y la palabra”, poetizaba Blas de Otero. [viii]
Desde la biología, Edward O. Wilson afirmaba que en el siglo XXI hemos topado con nuestras «emociones de la Edad de Piedra, instituciones medievales y tecnología que parece de dioses«[ix]. Pero comparto con Wilson mi esperanza y confianza en dos de nuestras grandes herramientas y capacidades: las de razonar y cooperar. Cicerón suplica a su hijo que honre la adiumenta hominun, la colaboración entre los hombres, como el ideal más elevado, el más trascendente, y “condena la guerra como el método de los belarum, de las bestias”.[x]
Como Montaigne, y aunque no soy amigo de las patrias, al menos de las que dividen, quiero considerar a todas las personas como a mis compatriotas.[xi] Romain Rolland se preguntaba si “debemos concluir que el amor a la patria sólo puede surgir mediante el odio hacia las otras patrias y la masacre de los que las defienden” y negándolo, defendía que “el amor a la patria no reclama que odiemos y asesinemos a las almas […] de las otras patrias”.[xii] Tomando a Rolland como referente, intento no estar resentido contra aquellos pueblos que promueven la guerra, sino compadecerlos por su debilidad y estupidez.[xiii]
No quiero caer en la indolencia de la injusticia pasiva.[xiv] No quiero reconocer en mi persona el error moral de no oponerme a la injusticia y a su consocia la violencia.[xv]
Debemos desechar el odio para encontrar la paz. Pero la paradoja nos conduce a recurrir a él para con la guerra. “La guerra me parece odiosa, pero más odiosos son los que la cantan sin participar en ella”, afirmaba Romain Rolland.[xvi]
No seamos odiosos por silenciarla quienes tenemos el privilegio de no participar en ella. No quiero serlo. A través de la palabra, me compadezco, me indigno y me rebelo.
……………….
(*) Jesús Rey Rocha es investigador en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IFS, CSIC. España)
[i] Federico Mayor Zaragoza. 2011. Delito de silencio. Ha llegado el momento. Es tiempo de acción.
[ii] Inmanuel Kant. 1795. Zum ewigen Frieden. Ein philosophischer Entwurf (Sobre la paz perpetua).
[iii] Adela Cortina. 2013. ¿Para qué sirve realmente la ética?
[iv] John F. Kennedy. 10 de junio de 1963. Discurso de graduación en la Universidad Americana, Washington D. C.
[v] Stefan Zweig. 1942. Die Welt von Gestern. Erinnerungen eines Europäers (El mundo de ayer. Memorias de un europeo)
[vi] Stéphane Hessel. 2010. Indignez-vous! (¡Indignaos!)
[vii] Federico Mayor Zaragoza. 2008. En pie de paz.
[viii] Blas de Otero. 1955. Pido la paz y la palabra.
[ix] Edward O. Wilson. 2012. The social conquest of Earth (La conquista social de la Tierra)
[x] En: Stefan Zweig, 1927. Sternstunden der menschheit: Vierzehn historische miniaturen (Momentos estelares de la humanidad. Catorce miniaturas históricas).
[xi] Michel de Montaigne. 1580. Essais (Los ensayos)
[xii] Romain Rolland. 1914. Au déssus de la mêlée (Más allá de la contienda)
[xiii] Romain Rolland. 1914. Lettre ouverte a Gerhard Hauptmann (Carta abierta a Gerhart Hauptmann). Recopilada en ‘Más allá de la contienda’.
[xiv] Judith Shklar. 1990. The faces of injustice (Los rostros de la injusticia)
[xv] Alicia García Ruiz. 2021. Pensar la política pensando en todos. En: Temas para el Debate, nº 322.
[xvi] Romain Rolland. 1916. Aux peuples assassines (A los pueblos asesinados). Recopilado en ‘Más allá de la contienda’
[xvi] Federico Mayor Zaragoza. 2011. Delito de silencio. Ha llegado el momento. Es tiempo de acción.
[xvi] Inmanuel Kant. 1795. Zum ewigen Frieden. Ein philosophischer Entwurf (Sobre la paz perpetua).
[xvi] Adela Cortina. 2013. ¿Para qué sirve realmente la ética?
[xvi] John F. Kennedy. 10 de junio de 1963. Discurso de graduación en la Universidad Americana, Washington D. C.
[xvi] Stefan Zweig. 1942. Die Welt von Gestern. Erinnerungen eines Europäers (El mundo de ayer. Memorias de un europeo)
[xvi] Stéphane Hessel. 2010. Indignez-vous! (¡Indignaos!)
[xvi] Federico Mayor Zaragoza. 2008. En pie de paz.
[xvi] Blas de Otero. 1955. Pido la paz y la palabra.
[xvi] Edward O. Wilson. 2012. The social conquest of Earth (La conquista social de la Tierra)
[xvi] En: Stefan Zweig, 1927. Sternstunden der menschheit: Vierzehn historische miniaturen (Momentos estelares de la humanidad. Catorce miniaturas históricas).
[xvi] Michel de Montaigne. 1580. Essais (Los ensayos)
[xvi] Romain Rolland. 1914. Au déssus de la mêlée (Más allá de la contienda)
[xvi] Romain Rolland. 1914. Lettre ouverte a Gerhard Hauptmann (Carta abierta a Gerhart Hauptmann). Recopilada en ‘Más allá de la contienda’.
[xvi] Judith Shklar. 1990. The faces of injustice (Los rostros de la injusticia)
[xvi] Alicia García Ruiz. 2021. Pensar la política pensando en todos. En: Temas para el Debate, nº 322.
[xvi] Romain Rolland. 1916. Aux peuples assassines (A los pueblos asesinados). Recopilado en ‘Más allá de la contienda’