Trump niega el impacto del cambio climático

Página12, Argentina

El mandatario de EE.UU. rechaza un informe elaborado por 300 científicos

“No me lo creo”, dijo el líder republicano al desestimar el informe sobre los efectos negativos de las tendencias climáticas

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contradijo el reciente informe de su gobierno al afirmar que no cree que el cambio climático pueda tener un impacto negativo en la economía de ese país en las próximas décadas. “No me lo creo”. Con esas palabras el presidente desestimó el informe de más de mil páginas, publicado el pasado viernes, y en el que trabajaron 300 científicos.

El texto alerta que si no se toman medidas para cambiar las tendencias climáticas actuales, las consecuencias podrían costarle cientos de miles de millones dólares a Estados Unidos. De acuerdo con el documento, el impacto del calentamiento global podría provocar que la economía estadounidense se contrajera casi un 10 por ciento, lo que representaría el doble de las pérdidas registradas durante la Gran Depresión de la década de 1930. “El cambio climático causará pérdidas crecientes para la infraestructura y las propiedades estadounidenses y lastrará la tasa de crecimiento económico durante este siglo”, advierte el informe. Además agrega que los efectos podrían extenderse al comercio global, lo que afectaría los precios de importación y exportación y los negocios estadounidenses con operaciones y cadenas de suministro en el extranjero.

Siguiendo el camino que trazó al irse del acuerdo de París, Trump negó estar siendo nocivos con el medio ambiente: “Nunca hemos estado más limpios que ahora, y eso es muy importante para mí, pero si nosotros estamos limpios y todos los otros lugares están sucios, no es tan bueno”, dijo culpando del fenómeno a otros países como China y Japón. Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump sostuvo que desconfía del consenso que sostiene muchos científicos del clima sobre la relación entre la actividad humana y el aumento de la temperatura. Además de dejar el Acuerdo del Clima de París en 2016, Trump derogó una serie de leyes y reglamentos de protección ambiental.  Por primera vez el pasado octubre Trump admitió la existencia del cambio climático. “Existe, es algo, provocado por el hombre o no, pero no permanente si no que es algo que va y viene”, vaciló. Trump también se mostró escéptico ante la publicación de un importante informe de la ONU en octubre que advirtió sobre el caos que supone el calentamiento global, diciendo: “Quiero ver quién lo hizo, ya saben, qué grupos lo hicieron, porque puedo darles informes que son fabulosos, y puedo darles informes que no son tan buenos”.

La Casa Blanca estaba obligada por orden del Congreso a publicar la mencionada evaluación pero, según varios artículos de prensa, Trump decidió retrasar su divulgación hasta el Black Friday con la aparente expectativa de que pasara desapercibido y quedase opacado por la festividad de Acción de Gracias.

Además, ayer Naciones Unidas (ONU) dio a conocer su informe anual sobre la Brecha de Emisiones y allí destacó que se deben triplicar los compromisos para limitar el calentamiento global en dos grados a finales de siglo. Alertó que en 2017, después de tres años de estabilidad, las emisiones globales de gases alcanzaron niveles históricos debido al crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI). En cuanto a las metas propuestas, el informe advierte que están muy lejos de los objetivos. En este sentido, la intención de limitar el crecimiento a 1.5 grados es poco probable. Es más, de continuar la tendencia actual el calentamiento será de tres grados a finales de siglo y a partir de entonces, aún mayor.

A una semana de la Cumbre del Clima COP24 que se celebrará en Katowice (Polonia), el estudio señala que solo 57 países están en camino de iniciar una tendencia a la baja antes de 2030. Tanto la Unión Europea como Argentina, Australia, Canadá, Corea del Sur, Arabia Saudita, Sudáfrica y Estados Unidos no llegan a alcanzar sus objetivos. Mientras que Brasil, China y Japón están en camino de cumplir dichos objetivos con las políticas actuales.

Según la ONU, de aquí al año 2030 las emisiones podrían reducirse hasta un 10 por ciento si se suprimen todos los subsidios a combustibles fósiles, y además subraya que algunas de estas opciones se pueden implantar sin crear problemas económicos y sociales.  “La ciencia es clara: los gobiernos deben avanzar más rápido y con mayor urgencia. La buena noticia es que tenemos a nuestro alcance todos los medios para extinguir el incendio”, defendió la directora ejecutiva adjunta de ONU Medio Ambiente, Joyce Msuya. En esta línea, la ejecutiva subrayó el papel clave de los gobiernos municipales, estatales y regionales en el diseño de políticas fiscales y acciones innovadoras para estimular el cambio.

Para este año el informe establece cinco puntos clave que los gobernantes deberían tener en cuenta como posibles factores de éxito, entre ellos destaca: estar dispuestos a tomar riesgos en prácticas donde el sector privado es más escéptico o establecer políticas verdes como una dirección para toda la economía, no para cada sector por separado.

“Afortunadamente, el potencial de usar la política fiscal como un incentivo es cada vez más reconocido. Ya están implementadas o programadas 51 iniciativas de fijación de precios del carbono que cubren aproximadamente el 15 % de las emisiones globales”, defendió el científico jefe de ONU Medio Ambiente, Jian Liu.

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¿Qué hacer con las mentiras de Trump?

Carlos Hernández-Echevarría – eldiario.es

–Desmentir sus constantes falsedades no parece tener ningún efecto. El 90% de los republicanos siguen satisfechos con Trump ¿Es el momento de ignorarlo?

–El riesgo de decir «no lo dice en serio» ante cada barbaridad, es que acabe haciendo lo que dice que hará

Lo habré oído un millón de veces: «¿Por qué los medios no ignoran las salidas de tono de Trump y se centran en lo importante?» No es que no tenga sentido. Cualquiera puede notar que en cuanto las cosas le van mal, el presidente insulta a un periodista, amenaza a unos inmigrantes o dice que si hace frío es que no existe el calentamiento global. Cualquier frase explosiva que empuje a los periodistas a hablar de ella, a iniciar un nuevo ciclo informativo y, por tanto, a enterrar el actual. Al ritmo que va, la vida media de la mayoría de sus polémicas está en unos dos días. Siempre hay un escándalo nuevo, recién salido del horno.

Está claro que nos manipula, así que: ¿por qué nos dejamos manipular? Es un debate que va desde cada pobre periodista que está en un mitin, hasta los más sesudos estudiosos de la comunicación. El gurú de la lingüística George Lakoff ya ha pedido a los medios que no repitan las mentiras de Trump, ni siquiera para desmentirlas. Malcolm Gladwell considera a Trump imposible de «factcheckear» y Jay Rosen advierte de que hacerlo «tiene una contribución nula a evitar que repita falsedades. Existe el riesgo de que la prensa se agarre a estas prácticas caducadas porque eso es lo que saben hacer».

Los periodistas: ¿han seguido desmintiendo cada trola de Trump porque «es lo que saben hacer» o simplemente porque «es lo que deben hacer»? La respuesta es complicada. Está claro que con Trump (y a veces contra Trump) se está haciendo el mejor periodismo de las últimas décadas, pero también es verdad que sus efectos son limitados. El 90% de los republicanos está contento con el presidente, así que sus fieles o no se informan (mal arreglo), o se informan exclusivamente en medios donde las críticas al presidente son muy limitadas. El mensaje no llega.

Y, sin embargo, yo creo que hay que seguir. A cada mentira, un desmentido. A cada invento, un dato. Aunque parezca que no sirva de nada. Estamos en una batalla larga en la que el objetivo último de Trump no es distraernos, sino acabar con la verdad. Con la verdad como concepto. La estrategia del presidente es mentir y defender la mentira ante toda evidencia. Mentir hasta que parezca que no hay hechos objetivos, que todo vale y es opinable. Que no hay ciencia, expertos ni nada. Alguien tiene que dejar por escrito, para la historia futura, que nada de eso. Que hubo resistencia.

Los republicanos están ya en esto, en hacernos creer que las palabras no tienen ningún valor. Los propios asesores de Trump en la Casa Blanca hablan de «esa obsesión con informar de todo lo que el presidente dice en Twitter» y el líder del partido en el Congreso ha dicho que el presidente «solo quiere haceros explotar la cabeza y que habléis de algo las siguientes 12 horas». Esto es una lamentable banalización del mal: nos hacen creer que da igual a quién insulte o a quién amenace porque «no va en serio», «es por provocar» y «en realidad no piensa hacerlo». Cuántas desgracias han empezado así, por no tomar en serio a alguien que anuncia exactamente lo que va a hacer. Si no lo contamos, es como si no existiera.