Trump intensifica la presión sobre Venezuela con otro ataque a un barco acusado de narcotráfico

Por Mario Gontade* – Mundiario

El presidente de EE UU defiende la ofensiva como legítima defensa frente al narcotráfico, mientras Nicolás Maduro denuncia que se trata de una excusa para preparar una invasión y un cambio de régimen.

El anuncio de Donald Trump de un segundo ataque militar contra una embarcación venezolana en aguas internacionales reaviva una espiral de tensión que trasciende el combate al narcotráfico. En su mensaje, publicado en Truth, el presidente estadounidense asegura que las Fuerzas Armadas actuaron contra “narcoterroristas” que transportaban droga hacia Estados Unidos. El saldo, según su versión, fueron tres muertos, definidos de inmediato como “terroristas varones”.

El trasfondo no es nuevo. Ya a principios de mes Trump había comunicado la destrucción de otro barco, con 11 fallecidos. Entonces, organizaciones de derechos humanos alertaron del riesgo de normalizar ejecuciones extrajudiciales y varios senadores pidieron explicaciones sobre la legalidad de la operación. Hoy la polémica se amplifica, porque las muertes se acumulan sin que se haya mostrado públicamente la evidencia que respalda la identificación de los supuestos narcotraficantes.

Trump insiste en que Estados Unidos tiene derecho a actuar sin autorización del Congreso ante una amenaza “inminente” contra su seguridad. Argumenta que los cárteles vinculados al Tren de Aragua, organización incluida en la lista de grupos terroristas, son responsables de la crisis de drogas que atraviesa su país. Y no cabe duda de que el narcotráfico es un drama real: solo el fentanilo ha dejado más de 100.000 muertes al año en Estados Unidos. Pero otra cosa es convertir ese problema en justificación de ataques militares en aguas disputadas.

Desde Caracas, Nicolás Maduro interpreta las acciones de Washington como una excusa para derrocarlo e invadir el país. El chavismo, a pesar de sus fracturas internas, cierra filas ante lo que percibe como un intento de agresión externa. Y los incidentes en torno a barcos pesqueros y atuneros, denunciados por el propio presidente venezolano, alimentan la narrativa de que Estados Unidos busca deliberadamente un casus belli.

El conflicto no puede descartarse

La pregunta central es si estas operaciones son realmente una ofensiva contra el narcotráfico o un capítulo más en la larga confrontación política entre Washington y Caracas. Con ocho buques militares y un submarino desplegados en el Caribe, el escenario no es menor: la posibilidad de un conflicto abierto, aunque aún remota, ya no puede descartarse del todo.

El dilema es que ambos líderes encuentran rédito en la tensión. Trump, en precampaña electoral, se presenta como el presidente que “pone orden” frente a las drogas. Maduro, en cambio, refuerza su legitimidad interna apelando a la defensa de la soberanía nacional. Entre ambos, lo que queda es un espacio de incertidumbre donde los hechos comprobados se mezclan con relatos interesados y la línea que separa la seguridad de la provocación se vuelve cada vez más difusa.

Más allá de las simpatías políticas, resulta evidente que la vía militar difícilmente resolverá la crisis de drogas que golpea a Estados Unidos ni la crisis política que asfixia a Venezuela. Lo que sí puede hacer es abrir un nuevo frente de inestabilidad regional. Por eso, la comunidad internacional haría bien en exigir pruebas claras, transparencia en las operaciones y, sobre todo, vías diplomáticas antes de que la narrativa del narcotráfico sirva como pasaporte para una guerra anunciada.

*Mario Gontade, colaborador de Mundiario, es analista de la actualidad política y económica. También escribe en la edición de Opinión.