China o la Vuelta del Imperio del Centro por Medio del Multilateralismo

Por Cristina Buhigas* – Diario Red

Xi Jinping consolida su liderazgo internacional en la cumbre de la APEC mientras Trump solo logra una moratoria comercial y se refugia en el belicismo para consumo interno.

“Las tormentas pueden desestabilizar un pequeño estanque, pero no el océano. Tras innumerables tormentas, ¡el océano sigue ahí! Tras más de 5.000 años de penurias, ¡China sigue aquí! Mirando hacia el futuro, ¡China siempre estará aquí!”. Con estas palabras el presidente chino Xi Jinping respondía en 2018, durante el primer mandato de Donald Trump a las amenazas comerciales de su homólogo estadounidense. Siete años después, el camino de vuelta del Imperio del Centro al liderazgo económico mundial se consolida. Eso ha sucedido en la cumbre de la APEC (foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico por sus siglas en inglés) donde una veintena de países se sumaron el sábado al multilateralismo impulsado por China. La delegación de Estados Unidos se marchó anticipadamente tras obtener una simple moratoria de un año para aranceles y suministro de tierras raras. Trump, para disimular el resultado de una reunión con Xi que había calificado de “encuentro increíble”, se lanzó una vez más al belicismo de consumo interno, anunciando que EEUU volverá a realizar pruebas nucleares, suspendidas desde 1992.

Los sucesivos capítulos del pulso comercial entre Washington y Pekín se desarrollan de manera casi idéntica: provocación de Trump, medida respuesta china, negociación, acuerdo, que deja las cosas como estaban antes de la provocación, y huída hacia delante del presidente estadounidense con las armas en la mano. Recordemos que antes del verano, tras la absurda escalada de aranceles reciproca, China se plantó, pero siguió abriéndose a nuevos mercados, hubo una moratoria en la aplicación de las tasas y el señor naranja abandonó la cumbre del G7 en Canadá antes de tiempo para centrarse en el ataque de Israel a Irán, lo mismo que esta vez se fue de Corea. El movimiento del líder republicano se basa en la certeza de que su clientela doméstica siempre apoya la agresividad belicista.

En la escenificación del mes de junio la popularidad de Trump estaba por los suelos, con manifestantes en las calles y las empresas perdiendo dinero. En la última las cosas no han mejorado, al contrario, la reacción popular se masifica y hasta cuatro senadores republicanos votaron hace unos días con los demócratas intentando revertir los aranceles a más de cien países. La medida no saldrá adelante sin el acuerdo de la Cámara de Representantes, pero revela la creciente contestación a las políticas trumpistas. Él lo sabe, por eso llegó a Corea haciendo la pelota a su contrincante. “El presidente Xi es un gran líder de un gran país y creo que vamos a tener una relación fantástica para un largo periodo de tiempo”, dijo. Para él era urgente contentar a las empresas tecnológicas, que no podrían producir nada (desde móviles a coches eléctricos) sin el suministro de tierras raras que China controla en un 90%, y a los agricultores, desesperados por dar salida a su soja.

Su problema era que el chino también lo sabía. Por eso la partida terminó en tablas: una nueva moratoria arancelaria bilateral, esta vez de un año, y la suspensión por ese mismo periodo de tiempo de las restricciones a la exportación de tierras raras que Pekín acababa de imponer como respuesta a la ampliación de la lista de empresas relacionadas con China sometidas a controles de exportación establecida por Washington. Trump sacó pecho al despegar el Air Force One, destacando el compromiso chino de comprar soja estadounidense y de cooperar contra la droga. Esto último en realidad se trata de la venta de productos químicos necesarios para producir fentanilo, la bestia negra interna de la que intenta culpar a otros países, cuando se ha originado, entre otras razones, por la falta de un sistema sanitario público en el suyo.

Los negociadores estadounidenses debieron dejarle claro al presidente que solo habían conseguido dejar las cosas como estaban antes de su última provocación, porque su recurso al belicismo se produjo justo antes de entrar al “encuentro increíble”. En su red social Truth escribió: “Dado que otros países cuentan con programas de pruebas, he dado instrucciones al Departamento de Guerra [Pentágono] para que empiece a llevar a cabo pruebas de nuestras armas nucleares como ellos. Este proceso comenzará de manera inmediata”. En teoría se trataba de responder al ensayo por parte de Rusia de un supertorpedo susceptible de llevar cabeza nuclear, aunque no la llevaba en esa ocasión; pero es también una maniobra para apartar el foco de la guerra comercial con China, donde está lejos el triunfo, y ponerlo en el orgullo militar de la primera potencia mundial.

Ahí está el detalle!, como decía el cómico mexicano Cantinflas, en dilucidar cual es la primera potencia mundial. Es notorio que todos los grandes imperios de la historia de la humanidad cuando cayeron se mantuvieron durante bastante tiempo como si siguieran siendo hegemónicos, autoengañándose y engañando a millones de habitantes del planeta. Eso sucedió con el imperio romano, después con el español y luego con el británico, que fue remplazado en el siglo XX por el estadounidense. Ahora se está produciendo la progresiva sustitución del autoproclamado “líder del mundo libre” por una potencia emergente, que no está basando su crecimiento comercial y económico en el desprecio de sus presuntos socios del resto del mundo, sino en el multilateralismo. Y el resto del mundo, África, Latinoamérica y el resto de Asia, le está comprando la fórmula.

En la XXV Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), a finales del verano ya se vio que una gran cantidad de países, incluidos Rusia, India o Irán, se sumaban en torno a China a coordinar políticas de seguridad y defensa, energéticas y comerciales, para fomentar la integración regional. Xi Jinping dijo entonces que se trataba de abandonar la “mentalidad de guerra fría” y el “comportamiento intimidatorio”, se entiende que de EEUU. El auge de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) evidencia la consolidación de ese sistema internacional multipolar. En la reunión de la APEC, donde el presidente chino acordó con el primer ministro canadiense, Mark Carney, y la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi «recuperar las relaciones”, se demostró el avance chino hacia el relevo en el liderazgo internacional mientras Trump volvía a Washington sin enterarse de lo que pasa.

Quienes tampoco parecen estar al tanto de la situación son los gobernantes de la Unión Europea. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, hace unos días atacó al gigante asiático culpándolo de que “el orden mundial cooperativo de hace 25 años” se esté sustituyendo “por una economía mundial conflictiva”, olvidando el papel crucial de EEUU en el conflicto. Además acusó a China de robo de tecnologías, inversiones hostiles, controles a la exportación y subvenciones como “herramientas de imposición y competencia”. Recordemos que la UE a lo largo de su historia ha controlado las exportaciones y ha subvencionado su agricultura y su industria en contra de la libre competencia que dice defender. Von der Leyen terminó amenazando: “Estamos listos para utilizar todos nuestros instrumentos para responder si es necesario”. Pero nadie se cree ya sus amenazas después de que no hiciera nada contra el alza de aranceles estadounidense, sino que fuese, primero sola y después con varios jefes de Estado y de Gobierno comunitarios a rendir pleitesía al señor naranja y someterse a sus dictados.

Al enterarse del acuerdo entre China y EEUU, Bruselas se subió al carro, basándose en las palabras que dijo Trump al salir del encuentro con Xi: “Todo [el asunto] de las tierras raras se ha solucionado […] Y eso es para el mundo”. Por eso, el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, pactó con su homólogo chino Wang Wentao encuentros técnicos, que parece han finalizado con un resultado similar, por lo menos sobre las tierras raras, al alcanzado en Corea por los dos líderes mundiales, pues sea cual sea el hegemónico, ambos están claramente por encima de la UE, que ha perdido la independencia geopolítica, económica y comercial. También ha perdido la de defensa, en manos de la OTAN que controla Washington, pero esa es otra historia.

Mientras todo esto sucede lejos de sus fronteras, Pekín afianza su expansión comercial y busca el crecimiento interno, con una apuesta firme por lo que llama “economía real”, que no es más que el mantenimiento de la economía productiva, de la industria nacional en toda clase de sectores, para crear puestos de trabajo, aumentar el poder adquisitivo de los ciudadanos y fomentar el consumo como motor del crecimiento. Ajenos a ese proceso, Europa, convencida de que es un jardín, y EEUU siguen inmersos en la financiarización de la economía y la inversión inmobiliaria, que solo pueden generar más precarización de la sociedad, nuevas burbujas y crisis. ¡Que Confucio se apiade de nosotros!

*Cristina Buhigas, periodista especializada en economía española e internacional. En su larga trayectoria, desde el antiguo diario Pueblo, al moderno Público de papel, ha pasado por infinidad de medios escritos, La Economía 16, Cambio 16 y La gaceta de los negocios, La Clave o la agencia Europa Press como redactora jefa. Tras la jubilación se ha dedicado a la literatura y ha escrito seis novelas centradas en el erotismo de las mujeres desde una óptica feminista.