Los Pueblos Indígenas Alzan la Voz en el Escenario Mundial

Por Holly Young* – Deutsche Welle

Los pueblos indígenas de todo el mundo son vitales para la protección de los bosques y su biodiversidad, pero a menudo quedan excluidos de las decisiones sobre política climática. En la COP30, esperan que sea diferente.

Cuando los organizadores de la conferencia internacional sobre el clima en Brasil de este año adoptaron «mutirao», palabra portuguesa de origen indígena que significa «esfuerzo colectivo», como lema oficial del evento, reforzaron una señal que comenzó con la  elección misma de la sede para la COP30.

La ciudad amazónica de Belém fue elegida para las conversaciones con el fin de destacar el papel de los 1,7 millones de indígenas de la región como guardianes expertos de la selva tropical más grande del mundo.

Estos gestos representan un cambio para las conversaciones en las que las comunidades indígenas, que salvaguardan gran parte de la biodiversidad mundial, se han sentido durante mucho tiempo ignoradas, aunque aún está por ver si se traducirán en acciones significativas.

¿Qué piden los pueblos indígenas?

Los más de 5.000 grupos distintos de pueblos indígenas que viven en 90 países representan solo 6 % de la población mundial, pero son vitales para la protección de la naturaleza y el clima. Como guardianes de sus tierras, una de sus principales demandas es una mayor participación en su gestión. Muchos de sus territorios se enfrentan a la invasión de la industria petrolera y gasífera, la minería y la tala.

«Queremos llegar a un consenso en el que los territorios indígenas ya no sean sacrificados», afirma Lucía Ixchiu, una indígena k’iche’ de Guatemala que navegó por la Amazonía durante semanas para llevar este mensaje a los líderes mundiales.

Para muchas comunidades, los derechos sobre la tierra son un problema constante. Si bien entre 2015 y 2020 se otorgó el reconocimiento legal de aproximadamente 100 millones de hectáreas a comunidades indígenas, afrodescendientes y otras comunidades locales, aún quedan por resolver las reclamaciones sobre otros 1.400 millones de hectáreas. «Esperamos que la COP30 refuerce el compromiso internacional con la demarcación y protección de los territorios indígenas, reconociéndolos como áreas fundamentales para la conservación y el equilibrio climático», declara Alcebias Sapara, miembro destacado de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña.

Sapara afirma también que impulsarán mecanismos de financiamiento directo para iniciativas lideradas por indígenas, de modo que puedan gestionar sus territorios de forma autónoma y sostenible, y que el conocimiento tradicional se integre en las políticas climáticas.

Christine Halvorson, directora de programas de la Rainforest Foundation US, una organización de derechos humanos que colabora con los pueblos indígenas, señala que también exigen que los proyectos relacionados con la transición energética que puedan afectar las tierras y los medios de vida indígenas se realicen con la preceptiva consulta previa y con la exigencia de consentimiento previo también.

Halvorson añadió que solicitan mayor protección, ya que muchos enfrentan amenazas y violencia por defender sus tierras. En 2024, alrededor de un tercio de los defensores ambientales desaparecidos o asesinados a nivel internacional eran indígenas.

¿Pueden contribuir a la protección del clima?

«Sin los pueblos indígenas no hay futuro para la humanidad», sentencia ante la prensa Sonia Guajajara, ministra de Asuntos Indígenas de Brasil, quien destacó cómo garantizan la limpieza del agua, la protección de la biodiversidad, los alimentos libres de pesticidas y la conservación de los bosques en las zonas donde habitan.

Las comunidades indígenas son ampliamente reconocidas como las mejores guardianas de los bosques del mundo. Gestionan alrededor de una cuarta parte de las tierras del planeta y hasta la mitad de los bosques intactos que aún quedan.

Además de su rica biodiversidad, los bosques del mundo son vitales sumideros de carbono, ya que almacenan aproximadamente 861 gigatoneladas de este elemento, lo que equivale a 100 años de emisiones de combustibles fósiles.

Los bosques intactos han absorbido en el pasado alrededor de una quinta parte de las emisiones, pero se encuentran cada vez más amenazados por la actividad humana y el cambio climático. El año pasado, los incendios forestales provocaron un aumento de 80 % en la deforestación de los bosques tropicales.

Cada vez hay más evidencias fiables de que garantizar los derechos sobre la tierra a los pueblos indígenas desempeña un papel clave en la lucha contra el cambio climático. «La evidencia es clara: donde se respetan los derechos territoriales indígenas, la deforestación disminuye; donde se niegan, la destrucción aumenta», afirmó Guajajara en un comunicado escrito previo a la COP30.

Otorgar a las comunidades el poder de impedir proyectos de desarrollo como la perforación petrolera y la minería en sus tierras también ha demostrado ser una forma rentable de proteger la naturaleza.

Asegurar los derechos territoriales de los pueblos indígenas en la Amazonía brasileña podría reducir la deforestación en 66 %, según un estudio de 2023. Otro estudio estimó que las emisiones serían 45 % mayores en la Amazonía si no hubiera tierras indígenas protegidas.

Su presencia no solo previene la destrucción de los bosques, sino que también mantiene la salud de los ecosistemas. Muchos pueblos indígenas recurren al conocimiento tradicional para gestionar la tierra de forma sostenible: rotando cultivos para regenerar el suelo, conservando el agua o recurriendo a quemas controladas para impulsar la biodiversidad y prevenir incendios forestales.

¿Qué podrían lograr las comunidades indígenas en la COP30?

Ya se habían conseguido algunos logros antes de la inauguración oficial de la COP30. Entre ellos, que decenas de países se comprometieran a reconocer formalmente los derechos territoriales para 2030 en 80 millones de hectáreas donde viven comunidades indígenas, afrodescendientes y otras. Los líderes indígenas recibieron la medida con cautela, advirtiendo que la implementación práctica de los derechos territoriales puede ser compleja.

El lanzamiento del Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), un fondo mundial de conservación propuesto de 125.000 millones de dólares que pagaría a los países según la eficacia con que protejan sus bosques, también se comprometió a destinar 20 % de los fondos a los pueblos indígenas.

Si bien este es un paso importante, Halvorson afirma que para ser realmente eficaz el TFFF debe garantizar que los pueblos indígenas tengan acceso directo y equitativo a los recursos que necesitan. Y añade que si se cumplen los compromisos adquiridos en Belém sobre la demarcación de tierras, el financiamiento directo y el reconocimiento mundial de los derechos territoriales, «la COP30 podría convertirse en un hito para la justicia climática».

Si bien la COP30 ha mostrado avances en la visibilidad de las preocupaciones de los pueblos indígenas, hasta ahora «sigue siendo insuficiente en comparación con lo que esperamos», afirma Sapara. Ellos hacen hincapié en la necesidad de un reconocimiento político de sus demandas y de que se plasmen en compromisos concretos.

Algunos observadores señalan que habría mucho que aprender de los pueblos indígenas para garantizar el éxito de la COP30.

Dado que las emisiones y las temperaturas globales siguen aumentando, el concepto de «mutirao» podría contribuir al necesario cambio hacia la implementación real de la acción climática sobre el terreno entre individuos, comunidades y actores locales, explica Hayley Walker, profesora asociada de negociación internacional en la Escuela de Negocios IESEG de Francia.

«Si cuaja, el llamado al ‘mutirao’ podría ser un valioso aporte de los pueblos indígenas de Brasil al resto del mundo, con el potencial de acercarnos significativamente a donde debemos estar para abordar el cambio climático», concluye Walker.

*Holly Young, periodista de Deutsche Welle.