Por Andrew Glencross* – The Conversation
Parafraseando libremente a Shakespeare, se puede decir que nuestras juergas de negociación del Brexit ahora han terminado. Las tempestuosas conversaciones no condujeron a un final dramático, pese a que en ocasiones el gobierno del Reino Unido dio la impresión de que se enfrentaba a una disputa digna de los Montesco contra los Capuleto. Los negociadores ignoraron el ruido de fondo y lograron redactar un denso documento legal del que ahora depende el futuro de las relaciones entre el Reino Unido y la UE.
Cómo se concretó el trato
El Reino Unido se mantuvo firme durante las negociaciones para que se le tratara como a un ente soberano igual a la UE y se respetara su independencia. Esta táctica fue particularmente importante en lo que respecta a los derechos de pesca, uno de los últimos flecos que quedaban por resolver.
Pero este argumento se topó con dos problemas. En primer lugar, como ha explicado la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, curtida en mil batallas diplomáticas, un acuerdo comercial está diseñado para establecer la interdependencia en lugar de ser un ejercicio para afirmar la independencia.
En segundo lugar, la UE es un monstruo económico más grande que el Reino Unido. Bruselas confiaba en que podría afrontar mejor que el Reino Unido una separación sin acuerdo. Al negarse a extender el período de transición a pesar de la pandemia, el primer ministro británico Boris Johnson se aseguró de que ambas partes se enfrentaran a la misma presión del tiempo. Pero el nivel de riesgo, en caso de que no se hubiera llegado a un acuerdo, no era el mismo para el Reino Unido que para la Unión Europea. Por lo tanto, el verdadero maestro de ceremonias del acuerdo Brexit fue el reloj, no Johnson ni Angela Merkel, como a menudo informaban los periódicos del Reino Unido.
Sin embargo, parece que el gobierno del Reino Unido reclamará la victoria argumentando que ahora puede escapar de la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la Unión Europea mientras obtiene acceso libre de aranceles y cuotas para los bienes exportados a la UE. En una declaración inmediatamente después del anuncio del acuerdo, el gobierno del Reino Unido incidió precisamente en eso:
El acuerdo… garantiza que ya no estamos sujetos a las reglas de la UE, no hay ningún papel para el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y se han respetado todas nuestras líneas rojas clave sobre el retorno de la soberanía. Significa que tendremos plena independencia política y económica el 1 de enero de 2021.
Pero la realidad, como todo lo que tiene que ver con el Brexit desde 2016, es mucho más compleja.
En el trato
Al negociador de Johnson, David Frost, le gustaba argumentar que el Reino Unido solo quería un acuerdo estándar de libre comercio como el que existe entre Canadá y la UE. En realidad, el Reino Unido estaba pidiendo extras, como el reconocimiento mutuo de la evaluación de la conformidad de los productos y el reconocimiento mutuo de las calificaciones profesionales. La UE no parece haber cambiado de opinión al respecto.
Bruselas, por su parte, insistió en que el acuerdo requería garantías legales para evitar que el Reino Unido socavara el mercado único al utilizar su nueva autonomía regulatoria para reducir los estándares ambientales o los derechos laborales.
Johnson estuvo de acuerdo en principio con esta idea de igualdad de condiciones en la declaración política que acompañó al acuerdo de retirada de 2019 que aprobó en el Parlamento británico. Luego, más tarde en las negociaciones, trató de incumplir esta promesa. Al final, ha vuelto a la posición inicial. El acuerdo establece que la divergencia de los estándares de la UE conduciría a un acceso potencialmente restringido al mercado único.
En una conferencia de prensa para valorar el acuerdo, Johnson aseguró a los “fanáticos del pescado” que este producto no faltaría en sus platos, pero el acuerdo significa que en los próximos cinco años y medio, durante un periodo de transición, la flota europea seguirá disfrutando de un importante acceso a las aguas británicas.
Es evidente que la libre circulación de personas ha concluido, mientras que las mercancías se enfrentarán a controles aduaneros y reglamentarios. Por lo tanto, el caos del transporte alrededor del puerto de Dover sigue siendo una posibilidad clara después del 1 de enero si los exportadores no tienen la documentación en regla para cruzar el Canal. Los transportistas de la UE también podrían optar por la precaución y, a corto plazo, evitar el riesgo de que sus camiones se atasquen en el Reino Unido.
El programa Erasmus
El Reino Unido también abandonará el programa de intercambio de educación superior Erasmus, que será un duro golpe para muchos estudiantes, aunque el Reino Unido ahora planea lanzar su propio programa Turing para ofrecer prácticas en universidades de todo el mundo.
Mucho menos claro es el futuro de la industria de exportación clave del Reino Unido: los servicios financieros. Fuera del mercado único, la City de Londres confía en la UE para otorgar permisos para atender a los clientes de la UE y venderles productos bancarios, contables y legales asociados. Este acuerdo de “equivalencia” se revisa de forma continua, dependiendo del enfoque del Reino Unido para la regulación financiera y la protección de datos. Eso coloca al sector en una posición mucho menos firme que, digamos, la fabricación.
Cómo vender el trato
El baile ha terminado pero ahora viene el momento más difícil. Reclamar crédito y evitar culpas serán las principales prioridades del gobierno de Johnson, que se ha conjurado para exaltar el ángulo de la soberanía al destacar su capacidad para evitar la intromisión de la legislación de la UE.
Es en el juego de la culpa donde más probablemente las cosas se pondrán interesantes. Esto se debe a que el acuerdo requiere un diálogo constante con la UE sobre aspectos que pueden afectar a los términos del acuerdo, como los subsidios gubernamentales. Esta es la posición en la que se encuentra Suiza. El acuerdo del Brexit requiere que ambas partes se sometan a una revisión general después de cuatro años para asegurarse de que ambas partes cumplen con los requisitos. Los partidarios conservadores euroescépticos duros, que presionaron por un no acuerdo, pueden ver esto como una concesión demasiado extrema.
¿Qué puede hacer Boris Johnson para superar la oposición interna? Su mayoría parlamentaria es suficiente para superar cualquier cosa que no sea una revuelta importante. Pero su carta más fuerte podría ser simplemente culpar a su predecesora, Theresa May, de haber provocado el Brexit sin un plan. Mientras tanto, la primera ministra escocesa Nicola Sturgeon tuiteó inmediatamente después de que se anunciara el acuerdo que “ningún acuerdo compensará nunca lo que el Brexit nos quita; es hora de trazar nuestro propio futuro como una nación europea independiente”.
Así que, mientras un capítulo de este largo drama puede estar llegando a su fin, parece que otros, relacionados con el futuro mismo del Reino Unido, están lejos de terminar.
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*Senior Lecturer in Politics and International Relations, Aston University
Cláusula de Divulgación: Andrew Glencross no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.