La UE se muestra solidaria ante la crisis, pero…

Isabella Arria *  –  SURySUR

¿Surge una Europa más solidaria, que se federalizó en torno a un Fondo de Recuperación cuya cifra es tan inédita como abultada: 750.000 millones de euros en ayudas a los países más afectados por la pandemia del Covid-19?. Lo cierto es que la Unión Europea sufrirá la recesión más grande de su historia y la crisis será la más profunda desde la gran depresión de 1929. Según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), la desocupación llegará a un máximo histórico del 9,4% en promedio a fines de 2020.

Por un lado, la mayoría de los Estados a cuyo frente estaban Francia y Alemania, ambos partidarios de una ayuda consistente a los países más afectados por la crisis (Italia, España, Grecia, Portugal); por el otro el eje de los llamados “cuatro frugales” – por su inclinación a la disciplina presupuestaria y su oposición radical a una Europa más federal e integrada- formado por Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca, más un aliado, Finlandia.

Por primera vez la Unión Europea se endeudará masivamente para financiar este plan a través de la emisión de bonos. Además, acepta la fórmula de un equilibrio entre préstamos y subvenciones, un requisito del eje franco-alemán para (supustamente) garantizar que Europa salga fortalecida de esta crisis y no sumida en problemas de deuda y con una fragmentación económica entre socios del bloque.

Ante todo, la decisión significa asumir la existencia de una nueva UE, aparentemente más solidaria y federal, la misma que Ángela Merkel, la mandamás alemana no quería, pero que la profundidad de la crisis del Covid-19 pudo hacer realidad, al menos en los papeles.

Si bien las subvenciones requeridas por los países más afectados era de 500 mil millones de euros, lograr 390 mil millones es un paso significativo para ellos. Una “solidaridad” que la Troika integrada por el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo negara a Grecia cuando la crisis de su deuda. Países Bajos, Austria, Suecia, Dinamarca y Finlandia se oponían a que las subvenciones superaran los 350.000 millones.

Todos han tenido que ceder. Merkel y Macron, junto a los países del sur de Europa, han visto cómo a lo largo de estas cuatro jornadas de negociación la partida de transferencias pasaba de 500.000 millones de euros a 390.000 millones. Es una poda muy significativa, de 110.000 millones respecto a la idea original, difícil de explicar después de hacer de los subsidios la bandera del fondo.

Cuatro días de negociaciones entre los 27 países de la “Unión” –que incluyeron transacciones, portazos, diatribas, insomnios y hasta poco ortodoxos intentos de pugilato- dieron como resultado eso que los frugales no querían: una Europa que se federó en torno a un Fondo de Recuperación de una cifra tanto inédita como abultada en ayudas a los países más afectados que incluyen unos 390.000 millones de euros en transferencias directas, nombre elegante para las subvenciones).

La Primera Ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, tuvo que aplazar su matrimonio por culpa de la cumbre. En una de las reuniones Mette Frederiksen se mostró tan cáustica que el francés Emmanuel Macron y Merkel se retiraron de la sala.

La UE renunció a ejercer un control entorno al respeto al Estado de derecho por parte de los socios para la gestión del presupuesto comunitario, propuesto por la canciller alemana para estudiar posibles sospechas de enriquecimiento ilícito de algunos oligarcas a costa del presupuesto comunitario.

Los ultraderechistas Viktor Orbán (Hungría) y Mateusz Morawiecki (Polonia) se opusieron al mecanismo de salvaguarda por medio del cual se condicionaba la entrega de las ayudas al respeto del Estado de Derecho, del cual ambos países están muy distantes. Orbán incluso dijo que le querían imponer “una dictadura comunista”. Como ambos tienen poder de veto sobre el paquete de recuperación, el resto de países ha cedido, y entonces entró en debate la  lógica de la unanimidad.

Y cuando la grieta parecía ahondarse entre los ricos del norte y los pobres del sur (Italia, Grecia, España y Portugal), surgió el compromiso: fue la primera vez que la Comisión Europea se endeudó en nombre de los 27 por un monto tan grande El primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte despreció a las naciones del sur como incapaces y gastadoras.

De los 750.000 millones, 360.000 podrán ser prestados a los Estados que lo pidan y son esos mismos Estados quienes devolverán el dinero. Los otros 390.000 millones se transferirán desde ahora y hasta el 2023 bajo forma de subvenciones, las cuales serán reembolsadas por los 27 países, mutualizando la deuda. O sea, se endeudaron juntos por 30 años y asumieron así una suerte de conducta práctica y no retórica de solidaridad que los liga más allá de sus sueños y hace renacer sus pesadillas.

Obviamente, el gobierno italiano, que recibirá casi 209 mil millones, se mostró muy satisfecho por los resultados que ayudarán a relanzar la economía italiana, pero el líder de la ultra derechista Liga, Matteo Salvini se mostró en contra, como siempre.

La Liga ilustrará en breve cuánto dinero llegará de Europa, en cuánto tiempo y para hacer qué cosas, y así evitar una estafa grande como una casa que se alcanza a vislumbrar al final del túnel”, dijo Salvini en tácita alusión a eventuales maniobras no transparentes del gobierno y de la UE a la que él combate, como el resto de los ultraderechistas europeos.

La cara menos amable

La batalla particular del primer ministro holandés, Mark Rutte, era el criterio de acceso a los fondos. Con el objetivo de garantizar que los países lleven a cabo las reformas necesarias para acceder a estas ayudas, reclamaba que se aprobaran por unanimidad en el Consejo Europeo o sea, reclamaban su derecho a veto.

Pero se acordó que los planes nacionales se aprueben por mayoría cualificada en el Consejo Europeo. A continuación, pasarán a la Comisión Europea, quien tendrá dos meses para evaluar la propuesta y aprobar o no el desembolso.

Los representantes de las instituciones europeas han defendido que el plan debe de estar ligado a las metas marcadas por la Comisión Europea, a favor de la transición ecológica y digital y precisamente por eso chirría que las tres partidas que hayan sufrido una mayor poda, estén ligadas a energía, investigación e inversión.

En el acuerdo, el Fondo de Transición Justa, pasa de 30.000 a 10.000 millones de euros. El programa europeo de I+D (Horizon), por su parte, pasa de 11.500 millones a 5.000 y el paquete de inversiones InvestEU, se desploma de los 11.500 millones a 2.100 millones de euros. Y se deja rengo el programa para Desarrollo Rural, que queda en 7.500 millones de euros, y borra el fondo para incentivar inversiones privadas a empresas a través del Banco Europeo de Inversiones.

Por lo que respecta al Marco Financiero Plurianual (MFF) para los próximos siete años, los líderes han acordado un tamaño de 1,074 billones de euros. En él, hay un recorte en la Política Agrícola Común (la PAC) de entorno al 10%, pasando de 383.855 millones de euros a 343.950 millones.

Los países frugales

Se supone que “frugal” es sinónimo  de sencillo, sobrio, mesurado. Así se autodefinen Holanda, Irlanda, Luxemburgo, países especializados en un tipo de economía financiera y rentista, típica de paraísos fiscales, lo que denota el éxito en la imposición de un marco ideológico favorable a determinados lobbies muy poderosos, señala el analista español Ignacio Muro.

Esa manipulación del lenguaje pretende ocultar su capacidad de apropiarse de rentas obtenidas de los escasos recursos de países periféricos de Africa, Oriente Medio y la India, no solo de los países del sur de Europa. Las “nuevas cigarras” han construido un relato que les hace presentarse como hormigas ahorradoras, justificando una nueva forma de usura.

Luxemburgo, el primer paradigma de la frugalidad, es una economía que ha hecho su particular cambio de modelo productivo sin mover un dedo: si en los noventa su PIB dependía de la siderurgia como motor de crecimiento pasó, a base de reducir impuestos, a centrarse en el pujante sector financiero, que en 2016 representaba el 26% de su PIB el mejor símbolo de la sencillez de su “aparato productivo”.

En realidad la crisis de deuda del sur” es simplemente el anverso de los “paraísos fiscales del norte. Según cálculos de la Comisión Europea, la UE pierde más de 35.000 millones de euros de ingresos al año por elusión del Impuesto de Sociedades.

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* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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Anexo :

Las cosas por su nombre: no son «frugales», son obstruccionistas

Virginia O. Alonso – Público.es

The frugal four o «los cuatro frugales». La prensa internacional y, por supuesto, la española han ‘comprado’ sin dudarlo esa denominación para hacer referencia a los cuatro países que están poniendo todo tipo de trabas para que las ayudas económicas europeas lleguen en forma de la mayor liquidez posible a quienes más están sufriendo las consecuencias de la crisis económica desencadenada por la covid-19.

Holanda, Dinamarca, Austria y Suecia (con la incorporación posterior de Finlandia) son esos cuatro «frugales», expresión que casi evoca a los cuatro fantásticos solo que sin cómic de por medio. O sea, los convierte poco menos que superhéroes si al fácil símil entre ambas denominaciones le añadimos el hecho de que la palabra frugal está repleta de connotaciones positivas y asociadas al virtuosismo; léase, en este caso, austeridad y supuesta capacidad de ahorro.

Estas apropiaciones semánticas funcionan porque son expresiones performativas, establecen una conexión entre lenguaje y acción. Tanto es así que no hacerlas propias, no pronunciarlas, implica un rechazo implícito a esa acción que contienen. Recuerden -como para olvidarlo, ¿verdad?- ese bloque de partidos autodenominados «constitucionalistas»; quienes no están dentro son convertidos de manera automática en anticonstitucionalistas, aunque los del primer bloque utilicen a su antojo y siempre en su propio interés ciertos artículos de la Constitución y obvien otros sistemáticamente. Contundente y eficaz estrategia comunicativa.

El caso de los «frugales» es casi idéntico: ¿Quién no va a asumir la frugalidad como algo deseable? Frugalidad implica mesura, sobriedad, templanza, moderación… en contraposición con la gula o la voracidad. Es decir, si cuatro países son frugales, ¿qué son el resto de países, sobre todo los que están reclamando mayor volumen de ayudas sin la condicionalidad de los préstamos? ¿Gastones, codiciosos, voraces… irresponsables, cabezas locas, manirrotos…?

Además, la palabra frugal en el contexto económico actual contiene también un matiz importante: ¿Por qué alguien decidiría ser frugal de manera voluntaria si lo natural sería lo contrario? Parece obvio: porque se ha gastado mucho y ahora lo conveniente es ahorrar. Y ese es el mensaje de fondo que se nos traslada subrepticiamente cada vez que un medio de comunicación asume sin cuestionarse la denominación de estos países como «frugales».

Por eso, en Público no queremos ser parte de este metalenguaje que acaba construyendo ficciones a la medida de unos para tirar por tierra las realidades de otros. Desde ahora en nuestras informaciones no hablaremos de estos países como «frugales» y los llamaremos «obstruccionistas«, una palabra que define de manera mucho más precisa el escenario actual.