Las vacunas: lo genial y lo miserable de nuestra época

Por Esteban Valenti (*)

Nunca en la historia se logró desarrollar y distribuir una vacuna como lo que está sucediendo con las decenas de versiones de vacunas contra el Covid-19.

Es cierto que se basan en estudios previos de muchos años sobre los virus covid, pero los resultados son espectaculares. Son la demostración de dos cosas: primero, de la genialidad de los seres humanos, que nunca podrá ser alcanzada por la inteligencia artificial  A.I. y segundo, de la codicia, el hambre incontenible de ganancias de los laboratorios farmacéuticos.

Estamos asistiendo en vivo y en directo a la danza más despreciable y repudiable de especulaciones sobre la venta y distribución de las diferentes vacunas. Y en el medio está la vida y la salud de millones de seres humanos, se podría decir que esta especulación es un crimen de lesa humanidad. Pero nos resignamos.

Es una especulación basada en la desesperada demanda de los países por recibir un número adecuado de dosis de vacunas que tengan realmente efecto sobre la propagación del virus. Y se ponen en juego cinco cosas: la confiabilidad de las diferentes vacunas; los plazos de entrega; los precios; las condiciones de conservación y transporte y por último los prejuicios y las especulaciones políticas.

Esto último es lo que sucedió con la vacuna rusa Sputnik V, que al ser la primera en anunciarse por el propio  Vladimir Putin enseguida levantó los escudos y los estandartes de sus enemigos y adversarios. Ahora resulta que en una publicación de The Lancet y con la opinión de científicos independientes se confirma que tiene una efectividad de más del 90%, superior a casi todas las existentes. Ahora entró en el ruedo, incluso en la Unión Europea y de la mano de alguien práctico, efectivo e inteligente la canciller alemana Angela Merkel.

El que crea que el negocio y la distribución es para los próximos seis meses, vive en las nubes. Hay enormes empresas farmacéuticas, como Bayer que prevén entrar en el mercado recién el año que viene y es porque las campañas de vacunación duraran varios años, incluso luego que alcancemos la inmunidad de rebaño. ¡Que feo suena!

Israel que es el país que lleva la delantera a nivel mundial en materia de vacunados, pagó a Pfiser el doble del precio original…y no es por cierto el más barato. ¿Al primer Benjamín Netanyahu le vino una fiebre del derroche? No, todo lo contrario, calcularon cuanto le estaba costando el tratamiento y atención de la pandemia y sobre todo cual era el costo de mantener la economía semi paralizada por el confinamiento y no les tembló el pulso: firmaron y están vacunando a seis manos. Es decir que pagaron más para recibir la misma vacuna, pero en mayor cantidad y antes.

Europa está enfrentando con diversas medidas la lentitud en la entrega de las vacunas y sus tronantes resoluciones sobre las empresas para que antes de exportar la vacuna tengan una expresa autorización de sus gobiernos, es un poco ridícula considerando que su principal proveedor es británico…y el Brexit existe.

Lo peor, lo más escandaloso es la proporción de vacunados en los países ricos, que todavía es muy insuficiente, pero en el caso de los EE.UU. por primera vez el número de inmunizados es superior al total de contagiados, más de 22 millones de personas, el 6% del total de la población pero tiene que superar el 60%. En Europa están todavía más lejos de ese porcentaje, pero los países del sur, los pobres recién han sido rozados por las vacunas. Es cierto que el covid-19 atacó con mucha fuerza a los países ricos, pero llegado el momento la plata manda y el sur será el último orejón de este tarro de las vacunas. La pandemia es global y para hacerla retroceder hay que vacunar en todo el mundo. Nadie se salva.

La población mundial el 30 de octubre de 2011 alcanzó los 7 mil millones de personas, y en diciembre del 2019 superó la cifra de 7.700  millones de habitantes. Si hay que alcanzar un mínimo del 60% de vacunados, estamos hablando de 4.200 millones de personas, seamos más conservadores, 3500 millones de personas, la mayoría con dos dosis, es decir para seguir reduciendo, 6 mil millones de dosis. Nadie sabe a qué precio se venden y se compran las vacunas, pero tomemos el precio más bajo de 10 dólares cada dosis, (cuestan más…) esto quiere decir que se gastarán 60.000 millones de dólares para la primera ronda.  Si las vacunas inmunizan durante un año (gran optimismo) en 12 meses se volverá a repetir la misma historia.

Lo que todos saben es que los laboratorios firman y exigen contratos de compras de las vacunas durante varios años, estamos hablando de que en el más optimista de los casos, durante varios años más del PBI completo generado, en las buenas épocas por todos los uruguayos habrá que destinarlo a comprar vacunas a nivel mundial. Y encima de esa enorme montaña de dinero estarán sentadas, cómodamente acostadas, unas decenas de empresas farmacéuticas. Es la confirmación de la genialidad de los seres humanos y la peor avaricia.

Un solo ejemplo y no de la empresa que encabeza la venta y distribución: la vacuna contra la covid-19 dispara un 159% los beneficios de AstraZeneca, que ingresó casi 22.000 millones euros en 2020, un 9% más que el año anterior

Los resultados de AstraZeneca en 2020 se dispararon de tal forma que la farmacéutica británica obtuvo un beneficio neto de 3.144 millones de dólares (2.592 millones de euros), un 159% más que el año anterior, según ha comunicado la compañía este jueves a la Bolsa de Valores de Londres. Este espaldarazo se produce como consecuencia de las ventas de su vacuna contra la covid-19, diseñada conjuntamente con la Universidad de Oxford, y que le han permitido alcanzar unos ingresos totales que llegaron en 2020 hasta los 26.617 millones de dólares (21.945 millones de euros), lo que supone un incremento del 9,1% frente a los registrados en 2019.

Las maniobras especulativas se despliegan en toda sus miserias a  plena luz del día y amparadas en los contratos secretos. Pero lo que es público y notorio es que son un crimen contra la humanidad y merecerían no solo el repudio de los ciudadanos a lo largo y ancho del mundo, sino que deberían darle un fuerte impulso a leyes y a resoluciones de la ONU.

Existe una gran necesidad, que comienza a recoger apoyos entre muchos juristas sobre la necesidad de construir un conjunto de normas penales que castiguen conductas que afecten los derechos básicos de los ciudadanos al cuidado de su salud y de su vida.

Leyes penales y por lo tanto contra esos crímenes debería actuar la Corte Penal Internacional surgida de un acuerdo firmado en Roma en 1998 y que actúa cuando las jurisdicciones nacionales permiten la impunidad frente a este tipo de crímenes. Entre paréntesis, debería actuar frente a aquellos gobernantes, como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Boris Johnson que minimizaron totalmente la pandemia y le hicieron pagar a sus pueblos un precio altísimo en muertos y enfermos.

Actualmente las competencias de la Corte Penal Internacional es limitada, a los delitos de genocidio, crímenes de guerra y agresión, pero habría que introducir la especulación de este tipo, como crímenes de lesa humanidad. Veremos desde que las vacunas están disponibles a que cifras alcanzará la pandemia, que ahora supera los 105 millones de contagiados y más de 2.200.000 muertos. ¿Hasta cuanto seguirán creciendo estas cifras en esta época de especulación por las vacunas?

La situación es más repudiable aún, porque la inmensa mayoría de las investigaciones para obtener las vacunas fueron financiadas por fondos públicos.

El texto del Estatuto aprobado en Roma, establece la posibilidad de castigar «cualquier acto inhumano que cause intencionalmente grandes sufrimientos o atente gravemente contra la integridad física o la salud mental o física de las personas» y contempla la posibilidad de que el fiscal pueda iniciar de oficio una investigación acerca de unos hechos que podrían ser competencia de la Corte, recabando información de los órganos de Naciones Unidas, las organizaciones intergubernamentales (UE) y de toda clase de organizaciones y personas. Esto desataría un debate en las naciones y en las Naciones Unidas y sería muy interesante conocer la posición y los argumentos de los países en el Consejo de Seguridad y mejor aún en el plenario de las Naciones Unidas. Está no será desgraciadamente la última pandemia, lo dicen los principales especialistas.

Incluso sería necesario convocar una conferencia internacional para dotarnos de instrumentos legales que permitan controlar estos niveles escandalosos de especulación y eso no se logra con llamados a la buena voluntad y a la moral. El Papa Francisco los ha realizado y es sin duda una señal, pero no alcanzan.

Las empresas farmacéuticas tienen una larga historia de aportes a la ciencia y a la salud, pero también de horrorosas especulaciones sobre nuestra piel y de ganancias a dentelladas sobre la gente y sobre las naciones. Con esta pandemia estamos alcanzando las cumbres de esos crímenes, de esas violaciones flagrantes a los derechos humanos más básicos: la salud y la vida.

No hay que olvidar a John Le Carré el genial escritor británico en su novela del 2001 «el jardinero fiel» en el que describe los experimentos de una gran empresa farmacéutica llevados a cabo en niños nigerianos en 1996. No estamos hablando de santos en ningún sentido del término.

Hasta los más ignorantes en materia epidemiológica sabemos que la SOLUCION verdadera a este y otros virus, es un medicamento que permita curar la enfermedad sin mayores consecuencias. Hay varias investigaciones en curso, el antiviral que investiga la empresa española Pharmamar junto al hospital neoyorkino Monte Sinaí podría ser el primero de una nueva generación de fármacos dirigidos a controlar a pandemia de la covid-19. La revista « Science» publicó los resultados de un estudio preclínico cuya conclusión es definitiva: «Creemos que nuestros datos y los resultados positivos iniciales del ensayo clínico de PharmaMar sugieren que la plitidepsina (aplidina) debe considerarse seriamente para ensayos clínicos para el tratamiento de covid-19».

La publicación concluye que el mecanismo «diferente»‘ del uso de la plitidepsina le confiere una eficacia antiviral in vivo por lo que sus autores creen que «estos datos, y los resultados positivos iniciales del ensayo clínico de PharmaMar sugieren que plitidepsina debería considerarse seriamente para ampliar los ensayos clínicos para el tratamiento de covid-19». Hasta ahora se habla de otra ventaja, de un costo muy reducido del medicamento. Veremos, cuando supere la prueba en humanos y si sale al mercado.

En el otro extremo del mundo el  Ministerio de Seguridad de los Alimentos y Medicamentos de Corea del Sur este viernes, aprobó el tratamiento para el coronavirus del gigante farmacéutico nacional Celltrion Inc. para diferentes condiciones. La autorización para la comercialización condicional del CT-P59, un tratamiento experimental con anticuerpos monoclonales candidato contra el coronavirus, que supone el primer tratamiento contra el COVID-19 de fabricación autóctona.

Como actuemos los seres humanos ante esta pandemia será clave para definir nuestra época, si aceptamos que solo la codicia ilimitada de las empresas, que financian su investigación con fondos públicos, pero acumulan sus ganancias para sus accionistas y directores, es el mecanismo para desarrollar medicamentos y vacunas, al menos hagamos explícita esta vergüenza y la resignación global.

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(*) Periodista, escritor, director de Bitácora (bitacora.com.uy) y Uypress (uypress.net), columnista de Wall Street Internacional Magazine (wsimag.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias). Coordinador General de IPS entre 1979 y 1984.